Fábula sobre el secreto de la felicidad

¿Qué cosas entrañan la felicidad? ¿Alguna vez te has planteado si aprovechamos todas las pequeñas cosas que nos ofrece la vida?

Hoy te traigo un escrito para reflexionar, a veces, olvidamos disfrutar los pequeños placeres de la vida y hay que buscar un equilibrio entre
saber disfrutar de los grandes placeres de la vida sin olvidar las pequeñas cosas que nos ocurren. ¿Qué opinas?

Hoy me gustaría que reflexionaras sobre esta fábula, ¿te animas a ello?

Te invito a la lectura y reflexión posterior.

El secreto de la felicidad

Un hombre mandó a su hijo con el más sabio de los hombres, para que aprendiera el secreto de la felicidad. El pequeño joven estuvo durante 40 días en el desierto, hasta que encontró un enorme castillo, en lo alto de una montaña. En ese lugar vivía el sabio que estaba buscando.

Pero el niño no encontró exactamente lo que esperaba. Entró y vio una sala con mercaderes que entraban y salían, personas charlando y una orquesta pequeña que tocaba para los visitantes. Una mesa repleta de los más sabrosos manjares de aquella región. El sabio hablaba con todos, así que el niño tuvo que esperar 2 horas para que lo atendiera.

Cuando habló con él, escuchó con cuidado el motivo de su visita, pero le dijo que en ese momento no tenía tiempo para explicarle el secreto de la felicidad. Le dijo que diera un paseo por el palacio y regresara en 2 horas.

– Pero antes de que empieces el paseo, quiero pedirte un favor -mientras le entregaba una cucharita de té, con dos gotas de aceite-. Mientras caminas, lleva esta cucharita y cuida de que el aceite no se derrame.

El niño comenzó a subir y bajar a través del palacio, manteniendo los ojos pendientes en la cuchara. Cuando regresó pasadas las 2 horas, el sabio le preguntó como le había parecido el castillo. Y el niño respondió:

-No pude observar el castillo muy bien, pasé las 2 horas pendiente de no derramar las 2 gotas de aceite en la cuchara.
– Bueno, ahora quiero que vayas y maravilles tus ojos con las bellezas del castillo.

El niño, con más tranquilidad, recorrió el castillo de nuevo, pero esta vez prestó más atención a todas las obras de arte. Disfrutó de los jardines, las montañas, las flores…

Cuando regresó el sabio escucho los relatos del joven y le preguntó:

– Que bien, ¿pero dónde están las dos gotas que te confié? -el joven miró y se dio cuenta de que no estaban-. Pues este es el consejo que puedo darte. El secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin dejar a un lado las dos gotas de aceite en la cuchara.

 

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